lunes, 19 de enero de 2009

HISTORIA REVELADORA

No hay nada nuevo bajo el sol”, y todo lo importante de alguna manera queda registrado en la historia de la humanidad. Sabemos que hay gente que no cree en la historia, tampoco en la arqueología y por supuesto tampoco cree en Dios ni en el diablo. Creen que el mundo se creo cuando ellos nacieron o tuvieron uso de razón. De esos “sabios” se burla Dios yo como creyente ¡también!... Durante años y años los contemporáneos de Noe se reían del arca que construía arriba de una montaña y de las cosas que anunciaba… pero cuando el Diluvio empezó, el llanto de sus vecinos tiene que haber sido bien angustioso. Hay cosas que solamente se pueden delucidar con el hallazgo “dudoso” de evidencias y medidas según el capricho del tambien dudoso “carbono”. Pero la historia biblica no va tan lejos… estamos hablando de 5769 años atrás, cuando Dios puso a Adan y Eva en el Eden… todo esta relatado, se conoce hasta el area de aquel lugar y el pueblo hebreo se encargo de recopilar lo que YHWH les permitio saber. Primero fue oral, de padres a hijos y luego escrita, a partir de la salida de Egipto. Es la historia y la arqueología la que ha ido documentando el relato bíblico, las antiguas ciudades y lugares mencionados en las escrituras dejaron rastros, incluso con restos fósiles, pergaminos y estudios profundos que permiten investigar sobre lo escrito. (claro que no hay peor ciego que el que no quiere ver)
En la guerra espiritual que vivimos es posible que los demonios también planten “huesos prehistóricos” haciéndonos pensar que descendemos de los monos; yo prefiero creerle a Dios y ¡no a Darwin!
La Biblia que usan hoy la mayoría de los cristianos contiene en su gran parte los libros hebreos conocidos como Torah o libros de Moisés, inspirados originariamente por el mismo Dios de Israel. El Primer Pacto (Antiguo Testamento) Torah fue traducido del hebreo al arameo y luego al griego y docenas de lenguas y dialectos mas, fue inevitable que se distorsionaran muchos conceptos. Luego que Adán y Eva cayeran en desgracia en el Edén, Dios hizo un pacto con Noe y le dio siete leyes a cumplir luego de sobrevivir con su familia al diluvio universal. El mismo Dios escribió los diez mandamientos a fuego con su dedo y se los entrego a Moisés en el desierto. También le dicto una serie de obediencias que el pueblo hebreo debía cumplir para consagrarse y ser un pueblo santo.
Dios hizo un pacto perpetuo con Noe, el arco iris que conocemos es prueba de ello. Noe bendijo a Sem y a la descendencia de este (los semitas) de donde luego provino Abraham. Al contrario de otras naciones o arazas de un mundo condenado desde el mismo Edén, Dios les dio a los hebreos una constitución, un reglamento, un manual de leyes propias e inviolables para llevar una vida abundante de bendiciones. Y permanecían en el desierto todavía, sometidos a ataduras de su pasada esclavitud en Egipto, cuando Dios les enseño como sentirse libres.
Cuarenta años les llevo cambiar su mentalidad y depender de Dios para creerle, y una generación tuvo que morir en el desierto sin ver la tierra prometida, incluso el mismo Moisés. Ese pueblo era tan humano como nosotros y con muchas más limitaciones mentales.
El Tanak no es otra cosa que el registro verbal del primer pacto perpetuo de Dios con su pueblo, y eso no ha cambiado mayormente en su esencia, algunas leyes quedaron obsoletas en el camino, pero eran temporales, como no bañarse o no hacer más sacrificios; la mayoría eran fundamentales para la relación hombres-Dios. Esas leyes aplican aun hoy, no solo a los hebreos, sino también a los gentiles injertados en el buen “olivo”.Las leyes de la Torah son divinas y fueron y son el fundamento de santidad en la vida del hombre que Dios diseñó desde su misma Creación.
En Nuevo Testamento o Segundo Pacto o los Evangelios son una continuación en la relación con ese mismo Dios, que es el mismo hoy que siempre. Dios no ha cambiado, es el mismo que en Génesis dice “hagamos”, hablando con el Verbo y con el Espíritu Santo. La iglesia y el hombre han querido cambiar la voluntad de Dios y han usurpado su mandato. La Torah se ha enriquecido con “la sangre del cordero inmolado”, la sangre de Yeshúa el hijo del hombre que vino a hacerse carne para pagar nuestros pecados. El venció a la muerte para darnos vida eterna como hijos de su Padre.
Los Evangelios y las cartas apostólicas nos fueron dadas para que sepamos diferenciar entre el pacto de Dios con su pueblo Israel y lo que los fariseos y religiosos querían aplicar para su beneficio.
En la Torah hay suficiente evidencia histórica para una lógica interpretación cristiana de los hechos fundamentales que se cumplieron con el Mesías y que allí estaban anunciadas desde el mismo Génesis. Pero el hombre adultero el Nuevo Pacto, los griegos torcieron los conceptos de los apóstoles dando a entender que la Iglesia iba a suplantar a Israel en la administración de la fe.
Las escrituras originales y las tradiciones orales, igual que toda la cultura hebrea sufrieron el impacto del antisemitismo la (descendencia de Sem). El imperio romano infiltro el movimiento cristiano, lo absorbió y lo consolido, dándole divinidad a “la madre y el hijo” como intercesores y denigrando el poder de la resurrección divina para propagar un cristo crucificado con una corona de espinas, poniendo la cruz como emblema en algo que fue un emblema de triunfo del futuro Rey de Reyes y Señor de Señores.
Hoy, gracias al remanente judío y hebreo, que lleva medio siglo de haber retornado a la tierra, la iglesia perpleja revalúa el peso de las Escrituras que advierten este proceso incuestionable. Israel no fue desechado, apercibida y castigada pago con creces sus rebeliones, pero sigue siendo “el pueblo de Dios”.
La historia bíblica, por medio de la Palabra da fe de que las escrituras son inspiradas. La arqueologia va descubriendo ciudades y fortalezas, restos como el arca del pacto, el arca de Noe, tinajas mortuorias y con pergaminos, cuevas, pinturas, objetos entre otras evidencias, dan fe de los sucesos en Tierra Santa y en los relatos de la Biblia.
El imperio Romano y las naciones idolatras que le servían, finalmente hicieron traducciones convenientes de las escrituras, con omisiones y alteraciones oportunas a la apostasía de la Iglesia imperante. Aun así estos trabajos estaban ocultos y apenas se anunciaban en latín, para que nadie más que algunos eruditos las entendieran. La iglesia actúo en el nombre de Dios, provocando guerras fraticidas, genocidios, participación en feudos y títulos de nobleza, principados de obispos y cardenales, emperadores y papas
reinantes al estilo de los Cesares, y con las costumbres griegas.
Mientras, cruzadas hacia medio oriente estaban determinadas no solo a acabar con los “infieles”, sino precisamente con judíos y hebreos, borrarlos del mapa y acusarlos de la muerte del Mesías, obviando las evidencias de que fue un grupo de fariseos corruptos quienes acusaron a Yeshúa, haciendo que los romanos lo crucificaran, tal como estaba profetizado.
Pero el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob siempre fueron fieles a Israel y como buen padre les exigió obediencia y los castigo a vivir en las naciones lejos de sus heredades.
Las doce tribus de Israel fueron dispersadas y por diecinueve siglos se perdieron en las naciones, pero Dios los conoce “desde el vientre de sus madres” y ese remanente estará disponible a su llamado inexorablemente.
La Iglesia no pudo convertir a sus ritos a los judíos, tampoco eliminarlos, ni a ellos, ni a las escrituras y menos a su fidelidad con su Dios, Yhwh. Hasta Martín Lutero lo intento y murió maldiciéndolos. La Historia lo cuenta todo, la bíblica llega hasta el primer siglo, con la iglesia primitiva y parte del destino de algunos apóstoles. Luego todo fue escrito y si el creyente no lo lee es porque no le interesa, porque yo mismo, sin ser creyente, antes de los veinte años me había leído la Historia Universal y la Historia de la Iglesia Romana y durante 30 años fui ateo, porque nunca hubiera engrosado la filas del catolicismo pagano después de conocer las herejías de la iglesia que no necesita ni de la gracia porque indudablemente sirvió por muchos siglos a otro Dios, no al de Israel, inspirador de las escrituras, de la Torah.
Yhwh es misericordia y si una parte de la iglesia impostora se arrepiente seguramente Serra perdonada. Las ovejas, cuyos pastores abominan, deben procurarse otros pastores y entrar en el redil correcto. Toda iglesia que entienda y acepte honrar a Israel será redimida y pastoreada por Yeshúa-Jesús, cuya venida es inminente.
Después de todo, el Dios de Israel conoce el corazón de cada uno y no mira únicamente los hábitos, pero aquellos que hacen perderse a las ovejas, falsos pastores y profetas, seguramente lo pagaran bien caro en el juicio final. Para terminar les diré algo que me vino a la memoria… el emperador romano Constantino fue el artífice de infiltrar a “los del camino”, seguidores de Cristo en Roma y que luego se los conocería como “cristianos”. Ese emperador ni siquiera confesó al Salvador en su lecho de muerte. ¿Que ironía no? ROPA, 1999

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